Un Madrid con infinidad de heridas producidas por un conflicto bélico que se demoró en el tiempo por el interés egoista de políticos y potencias extranjeras ajenas al sufrimiento de la ciudadanía madrileña buscaba cauterizar esas señales que aún supuraban e impedían olvidar los excesos de unos y de otros.
Esa idea de ocultar lo sucedido trajo consigo la desaparición de edificios que habían sido grandes centros de poder desde los que se planificó, combatió y dirigió a aquellos que se opusieron a un involucionismo que buscaba mantener un statu quo a todas luces llamado a desaparecer, como luego el tiempo ha demostrado.
Esa teoría, muy típica del pensamiento español, fue la que se llevó por delante uno de los edificios más representativos e históricos del Barrio de Universidad, el Palacio de Monistrol.
La demolición de ese palacio, que fue sede del primer Banco de España, Banco de San Carlos; sede de la Federación Local de Sindicatos durante la época de la II República y Checa afecta a la C.N.T. en el transcurso de la Guerra Civil, sirvió para dar origen a la popular plaza de Santa María Soledad Torres Acostas. La Plaza de la Luna .
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